Hipocondría

Pic by Alexandru Zdrobău
Pic by Alexandru Zdrobău

Todo comenzó en algún lugar de Metepec, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo que vivía allí un valiente y gallardo joven chapado a la antigua, rocín flaco y galgo corredor, y vaya que era todo un galgo corredor. Ahora que recuerdo, en realidad era muy flaco, y eso que comía como troglodita. 

Pero, esta historia comienza en la madrugada de un fin de semana, cuando alguien tocó a mi puerta, recuerdo que tenía un Ding Dong un poco molesto, parecía más como un corto circuito con altavoz, claramente yo estaba más que dormido y es que… "¿Qué persona en su sano juicio estaría despierta el miércoles a las diez de la madrugada?".


Claro tras escuchar semejante estruendo decidí incorporarme de las profundidades de mi reposo para atender a esa alarma que solicitaba mi presencia, sé que muchos hubieran pasado de largo semejante alerta, pero para meterlos en contexto, yo vivía en el último departamento de un edificio, así que si alguien había tenido el valor de atreverse a escalar ese mini rascacielos de tres pisos para llegar a mi humilde morada, lo mínimo que podría hacer era atender a su llamado.


El punto es que tras abrir la puerta me encuentro a una bella doncella con uniforme de enfermera, por un momento me pregunté si solo había despertado de un sueño para entrar a otro con temática mucho más pícara, pero semejante ilusión se rompió cuando escuché “Bla, bla, bla, venimos vacunando…” Entonces fue cuando descubrí que eso ya no era la ilusión de un bello sueño, más bien, parecía la pesadilla de algún cuento maquiavelado por Stephen King.


Como muchos saben Don Kajii es todo un caballero y obviamente no iba a dejar allí parada a la desprotegida damisela, así que le brindé acceso y le ofrecí algo para saciar su sed, pese a la tortura que tenía en mente hacerme pasar, de la cual yo ya era consiente. Y como todo un macho alfa, lomo plateado, pelo en pecho, barba de leñador y voz de guerrero jaguar, decidí aceptar semejante atrocidad. 


Empezó a revelarme su despiadado plan de tortura, mostrándome en el proceso los utensilios que utilizaría para efectuarlo, me mostró el estado en qué se encontraba ese veneno que introduciría en mi pobre ser, incluso hasta mencionó los malestares que presentaría al terminar, el cómo iba a estar agonizando durante los próximos días con fiebre, alucinaciones, cansancio, mareo, sed…


Entonces, fue cuando anonadado en sus grandes ojos hipnotizantes me pidió amablemente que descubriera mi hermosa piel, sus ojos se llenaron de un deseo enfermizo por mutilar y sin ningún titubeo en un movimiento rápido y preciso dio su gran estocada, pude ver en su mirada como tal acto saciaba sus ansias, así como las de un drogadicto al consumir su primera dosis del día. Cuando introdujo ese veneno preparado por alguna corporación, me miró a los ojos, tal vez quería ver en mí ese sufrimiento que le gusta ver en sus víctimas indefensas, estuvimos mirándonos durante todo ese proceso sumergidos en nuestros pensamientos tratando de adivinar qué pensaba el otro.


Realmente todo lo sucedido se presentó con extrema rapidez, dado que aún tenía mucha zona que cubrir y muchos infames que torturar, sin embargo, esta historia no tuvo un final tan popular, y sé que tu imaginación puede volar como libre murciélago en el nocturno firmamento. Pero para dejar vivir un momento más esas frágiles alitas de imaginación que aún luchan por revolotear, te contaré que pasó después de que aquella despiadada alma inyectara su veneno.


Tras terminar su labor que con alevosía, premeditación y ventaja había planeado, amablemente me colocó una vendita de curación, como si se tratara de un pequeño niño que se acababa de raspar su frágil rodilla, le ofrecí un poco más de beber y ella aceptó sin dudar ni un segundo, realmente la impresión que me dio era la de evitar regresar a la jungla de asfalto "a esas horas de la madrugada" y, bajo el sol incandescente que había en ese momento, sería una tortura aún peor. Tomó asiento mientras bebía, durante el proceso me contaba que llevaba un par de horas visitando casa por casa y cómo algunas personas le contestaban con algún tipo de grosería. 


Tras terminar su bebida se dirigió hacía la puerta, parecía que ya había terminado su labor conmigo, pero justo cuando estiré el brazo para girar la perilla, ella me interceptó, agarró mi brazo y, recorrió con sus uñas largas y maquilladas, toda la parte interna de él, desde la muñeca hasta unos centímetros antes de la axila, el movimiento fue lento y suave, mientras sentía su toque todos mis vellos se erizaron, un cosquilleo me recorría todo y explotaba en mi nuca, ella con una mirada fija examinaba mi brazo, cuando de pronto, tomó el otro realizando la misma acción, volví a preguntarme si aún estaba dormido o si ese líquido me empezaba a hacer efecto con una placentera alucinación.


Fue cuando me comentó: "hay un brote en la colonia, a muchas personas les están saliendo granos en los brazos, si le llegan a salir visite un centro de salud, que es infeccioso", fue así que abrió la puerta y salió. En un primer momento no entendí lo que pasó, hasta que sentí mucha comezón en el primer brazo que recorrió, rápidamente miré y en efecto ambos brazos llenos de pequeñas ampollas…


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